EN BUSCA DE UN SABIO
Durante días, la pareja caminó casi sin cruzar palabra. Finalmente llegaron al centro del bosque, y encontraron al sabio.
-Mi compañera casi no ha hablado conmigo durante el viaje –dijo el chico.
-Un amor sin silencios es un amor sin profundidad –respondió el sabio.
-¡Pero ella ni siquiera me ha dicho que me quiere!
-Hay personas que no paran de repetir esto, y al final acabamos por desconfiar de sus palabras.
Los tres se sentaron sobre una roca. El sabio apuntó hacia el campo de flores que tenían a su alrededor.
-La naturaleza no repite constantemente que Dios nos ama. Pero lo podemos comprender a través de sus flores.
|