VENCER LOS TEMORES
Toda mi vida he vivido en Madrid. Cuando era niña, mi madre me llevaba caminando cuatro manzanas hasta la escuela cada mañana y luego volvíamos a casa también caminando por la tarde.
Una mañana invernal, mi madre enfermó de neumonía y debí ir sola y regresar también sola de la escuela. El segundo día, de camino a casa, caí en el hielo mientras atravesaba la calle y en ese momento un coche fue patinando hacia mí y logró detenerse a pocos centímetros.El conductor me ayudó a levantarme y me las arreglé para llegar a casa pero no le conté nada a mamá para que no se preocupara.
A la mañana siguiente, las calles estaban aún más heladas y cuando llegué a la primera intersección estaba aterrorizada y me quedé allí parada un buen rato. Finalmente, llegó una anciana hasta donde yo estaba.
- No veo muy bien –dijo la dama. ¿Podrías darme la mano mientras atravieso la calle?
- Con gusto –le contesté.
La anciana tomó mi mano y al poco tiempo estuvimos en el otro lado. Entonces caminé un poco y me volví para ver qué estaba haciendo la señora. Para mi sorpresa ella estaba cruzando la calle que acabábamos de atravesar juntas y caminaba sola mucho más rápido. Me di cuenta entonces que la dama había fingido escasez de vista sólo para ayudarme a pasar la calle.
Mucho después en la vida comprendí que podía vencer mis propios temores ayudando a otras personas.
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