EL HOMBRE DE LA LLUVIA
En una aldea, hacía tiempo que no había llovido; como todos los rezos habían sido en balde recurrieron al gran Hombre de la Lluvia, que pidió una cabaña a la entrada de la aldea, así como agua y pan para cinco días.
Al cuarto día llovió. La gente volvió jubilosa de sus campos y lugares de trabajo, y se fue ante la cabaña del Hombre de la Lluvia para festejarle y preguntarle por el secreto.
El les contestó: “Yo no puedo hacer que llueva”.
“Pero sin embargo llueve”, dijo la gente.
El Hombre de la Lluvia les aclaró: “Cuando vine a vuestra aldea, vi el desorden exterior e interior. Fui a la cabaña y yo mismo me puse en orden. Cuando yo estuve en orden, vosotros también os pusisteis en orden, y cuando ya estuvisteis en orden, también la naturaleza se puso en orden y, al ponerse en orden, llovió.
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